EXPERIMENTAR, DISFRUTAR
Y EXPRESAR A CRISTO (1) – SEMANA 11
En la casa del Padre:
vivir en el lugar que nos ha sido preparado
mediante la muerte y resurrección de Cristo
Versículos relacionados
Juan 14:3, 17-19, 20
3 Y si me voy y os preparo lugar, vengo otra vez, y os tomaré a Mí mismo, para que donde Yo estoy, vosotros también estéis.
17 el Espíritu de realidad, al cual el mundo no puede recibir, porque no le ve, ni le conoce; pero vosotros le conocéis, porque permanece con vosotros, y estará en vosotros.
18 No os dejaré huérfanos; vengo a vosotros.
19 Todavía un poco, y el mundo no me verá más; pero vosotros me veis; porque Yo vivo, vosotros también viviréis.
20 En aquel día vosotros conoceréis que Yo estoy en Mi Padre, y vosotros en Mí, y Yo en vosotros.
Juan 1:14
14 Y la Palabra se hizo carne, y fijó tabernáculo entre nosotros (y contemplamos Su gloria, gloria como del Unigénito del Padre), llena de gracia y de realidad.
Juan 10:10
10 El ladrón no viene sino para hurtar, matar y destruir; Yo he venido para que tengan vida, y para que la tengan en abundancia.
Juan 20:22
22 Y habiendo dicho esto, sopló en ellos, y les dijo: Recibid el Espíritu Santo.
Lectura relacionada
La obra redentora del Señor no tenía por finalidad prepararnos un lugar en el cielo, sino en Dios … Este pensamiento se encuentra en el plano más elevado. El Señor nos redimió con el fin de introducirnos en Dios, es decir, de prepararnos un lugar en Él … Por favor, dígame en dónde nos encontramos después de haber sido redimidos, salvos y regenerados. Estamos en Cristo y en Dios. Incluso la primera Epístola de Juan revela que permanecemos en Dios y Dios en nosotros (4:13). A lo largo de todo el Nuevo Testamento el pensamiento central es que después de haber sido salvos y regenerados estamos en Dios y en Cristo; Dios y Cristo son nuestra morada. Más aún, nosotros hemos llegado a ser la morada de Dios. Así que Dios y nosotros, nosotros y Dios, somos una morada mutua … [El Señor] fue a preparar un lugar para que pudiéramos entrar en Dios, a fin de que por medio de la obra redentora del Señor, pudiéramos ser introducidos en Dios. Por medio de Su muerte y resurrección, Él nos introdujo en Dios. ¡Alabado sea el Señor porque cada uno de nosotros tiene un lugar en Dios! (Estudio-vida de Juan, págs. 362-363)
La ida del Señor tenía por finalidad introducir al hombre en Dios para la edificación de Su habitación. El Señor fue a la cruz para efectuar la redención, quitando todos los obstáculos que había entre el hombre y Dios, para abrir el camino y obtener una posición para que el hombre entre en Dios. Esta posición, al ser ensanchada, viene a ser la posición en el Cuerpo de Cristo. Quien no tenga una posición, un lugar, en Dios, no tiene un lugar en el Cuerpo de Cristo, que es la habitación de Dios. Por lo tanto, la ida del Señor para efectuar la redención tenía por finalidad preparar un lugar en Su Cuerpo para los discípulos.
Juan 14:3 … comprueba que la ida del Señor (efectuada por medio de Su muerte y Su resurrección) fue Su venida (a Sus discípulos, vs. 18, 28). En este versículo el tiempo verbal del griego es muy extraño y significa que Su ida era Su venida, que Su venida era Su ida … El Señor tenía la intención de entrar en Sus discípulos. Él vino en la carne (1:14) y estuvo entre Sus discípulos, pero mientras estaba en la carne, no podía entrar en ellos. Para poder entrar en ellos tuvo que dar un paso adicional pasando por la muerte y resurrección para ser transfigurado de la carne al Espíritu, para así morar en ellos, según lo revela 14:17-20. Después de Su resurrección, el Señor vino a infundirse como Espíritu Santo al soplar en los discípulos (20:19-22). Por lo tanto, Su ida era simplemente Su venida.
El Señor dijo: “Vengo otra vez, y os tomaré a Mí mismo” (14:3). Esto no quiere decir que el Señor nos recibirá en cierto lugar, sino que nos recibirá en Sí mismo. Al tomar a Sus discípulos a Sí mismo, el Señor los introdujo en Sí mismo, como lo indica la expresión vosotros en Mí en el versículo 20.
En el versículo 3 el Señor dijo que nos tomaría a Sí mismo para que “donde Yo estoy, vosotros también estéis”. ¿Dónde está el Señor? ¿Está en el cielo? No, Él está en el Padre. El Señor desea que Sus discípulos también estén en el Padre (17:21). Puesto que el Señor está en el Padre, Él nos introducirá también en el Padre … Por medio de Su muerte y resurrección el Señor nos introdujo en Sí mismo. Al estar en Él, estamos también en el Padre, pues Él está en el Padre. Donde Él está, nosotros también estamos … Antes de Su muerte y resurrección el Señor Jesús estaba en el Padre, pero los discípulos no. Después de Su muerte y resurrección todos los discípulos entraron en el Padre, así como el Señor estaba en el Padre y todavía está en el Padre. En ese momento el Señor pudo decir: “Donde yo estoy, vosotros también estéis”.
El Señor es el camino viviente que introduce al hombre en Dios el Padre, el lugar viviente. Al igual que nosotros, los discípulos pensaron que el lugar y el camino eran lugares físicos, y no personas. No obstante, el Señor les dijo: “Yo soy el camino”. (Estudio-vida de Juan, págs. 363-365)
Lectura adicional: La esfera divina y mística, cap. 3