ESTUDIO-VIDA DE ÉXODO
ESTUDIO-VIDA DE ÉXODO
MENSAJE SETENTA Y NUEVE
LA SANGRE DEL PACTO
(2)
Lectura bíblica: Ex. 24:3-7; He. 9:18-20, 22, 12-15; 8:8-12; Lv. 16:11-16; Ez. 36:26-27; Mt. 26:27-28; He. 13:20-21; 10:19-20; 1 P. 1:18-19; Ap. 22:14; 7:14-17
En este mensaje abarcaremos algunos puntos cruciales relacionados con la sangre del pacto.
I. LA SANGRE INDICA QUE UNA PARTE ES PECAMINOSA
Y QUE LA OTRA ESTA DISPUESTA A PERDONAR
Exodo 24:6 dice que Moisés “roció la mitad de la sangre sobre el altar”. Según Hebreos 9:19, Moisés “roció el mismo libro del pacto y también a todo el pueblo”. ¿Por qué Moisés debía rociar el libro? El libro de la ley estaba limpio, pero cuando fue llevado al pueblo, se contaminó. No nos damos cuenta realmente de lo contaminados e impuros que somos, y de lo contagioso que es el maligno dentro de nosotros. Todo lo que tocamos se hace inmediatamente impuro. Esta fue la razón por la cual el libro de la ley necesitaba ser rociado con la sangre.
La gente fue muy insensata al comprometerse a hacer todo lo que el Señor les exigía. No obstante, Moisés no era insensato. El no prestó atención a la promesa de los hijos de Israel. Por el contrario, él roció la sangre sobre todos ellos. El se dio cuenta de que necesitaban ser lavados con la sangre, y por lo tanto, los roció. La sangre rociada indica que una de las partes involucradas en el pacto era pecaminosa y necesitaba perdón. Indica también que Dios estaba dispuesto a perdonar. Hebreos 8:12 revela la disposición de Dios para perdonar a Su pueblo: “Porque seré propicio a sus injusticias, y nunca más me acordaré de sus pecados”.
II. SIN DERRAMAMIENTO DE SANGRE NO HAY PERDON
Hebreos 9:22 dice: “Y casi todo es purificado, según la ley, con sangre; y sin derramamiento de sangre no hay perdón”. La sangre fue derramada en Exodo 24 por la necesidad de perdonar los pecados del pueblo. El hecho mismo de que la sangre se mencione, indica que los hijos de Israel necesitaban perdón y que Dios estaba dispuesto a perdonarlos. Si Dios no estuviese dispuesto a perdonar al pueblo, El podría haber desechado los sacrificios y matado a toda la gente. Pero la sangre fue derramada como requisito necesario para el perdón de los pecados.
III. LA SANGRE PERDONA EL PECADO
Y LLEVA A LOS PECADORES A ALGO MEJOR
La sangre que perdona los pecados llevó a los pecadores, los hijos de Israel, a una mejor condición. Sabemos esto por el hecho de que después de que el pueblo de Dios fracasó en guardar la ley, El vino e hizo otro pacto con ellos.
A. Un corazón nuevo
En el nuevo pacto que Dios hizo con Su pueblo, El les prometió un corazón nuevo. Ezequiel 36:26 dice: “Os daré un corazón nuevo, y pondré espíritu nuevo dentro de vosotros; y quitaré de vuestra carne el corazón de piedra, y os daré un corazón de carne”. El hecho de que Dios iba a dar al pueblo un corazón nuevo significa que El cambiaría su naturaleza. Al pie del monte Sinaí, los hijos de Israel le hablaron a Moisés con insensatez cuando se comprometieron a hacer todo lo que el Señor pedía. Dios no quiere que Su pueblo hable de esta manera. Su intención consiste en cambiar el corazón de ellos.
B. Un espíritu nuevo
En Ezequiel 36:26. Dios también promete dar a Su pueblo un espíritu nuevo. Esto significa regenerarlos y reconstituirlos.
C. El Espíritu de Dios
En Ezequiel 36:27, el Señor declara: “Y pondré mi espíritu dentro de ellos”. El hecho de que Dios ponga Su espíritu dentro de Su pueblo significa que El se depositaría dentro de ellos.
Muchos cristianos no entienden la diferencia que existe entre un corazón nuevo, un espíritu nuevo y el Espíritu de Dios. Hace muchos años, visité una ciudad particular y di un mensaje acerca de Ezequiel 36:26-27. Recalqué este asunto de un corazón nuevo, un espíritu nuevo y el Espíritu de Dios. Cierta hermana se molestó por el hecho de que hice una distinción entre el corazón y el espíritu. Ella no podía entender la diferencia. Según ella, el corazón y el espíritu eran una misma cosa. Intenté explicar que tenemos un corazón con el cual amamos al Señor y un espíritu con el cual tenemos contacto con El y le recibimos. Con la Biblia en mi mano, le dije que aunque ella amaba la Biblia con su corazón, tendría que usar su mano para recibirla. Finalmente entendió que podemos amar a Dios con nuestros corazones, pero necesitamos otro órgano, el espíritu, para tener contacto con El y recibirle. Un corazón nuevo, un espíritu nuevo y el Espíritu de Dios pueden ser nuestros porque la sangre fue derramada por el perdón de los pecados.
D. La ley interior de vida
Jeremías 31:33 dice: “Pero este es el pacto que haré con la casa de Israel después de aquellos días dice Jehová: Daré mi ley en su mente, y la escribiré en su corazón, y yo seré a ellos por Dios, y ellos me serán por pueblo”. Aquí Dios promete poner Su ley dentro de nuestro ser y escribirla sobre nuestros corazones. Esto se menciona en Hebreos 8:10. La ley inscrita en nuestro ser interior no es la ley exterior, sino la ley interior de vida.
Dios prometió dar al pueblo un corazón nuevo, un espíritu nuevo, su Espíritu, y la ley interior de vida. Esto denota la naturaleza de Dios, Su vida, y El mismo. Como creyentes, tenemos un corazón nuevo, un espíritu nuevo, y a Dios mismo como el Espíritu. Tenemos también la ley interior de vida.
E. La capacidad de vida para conocer a Dios
Por tener un corazón nuevo, un espíritu nuevo, el Espíritu de Dios, y la ley interior de vida, tenemos la capacidad de vida para conocer a Dios. Jeremías 31:34 dice: “Y no enseñará más ninguno a su prójimo, ni ninguno a su hermano, diciendo: conoce a Jehová; porque todos me conocerán, desde el más pequeño de ellos hasta el más grande, dice Jehová”. Este versículo está citado en Hebreos 8:11. Por tener la capacidad interior de vida a fin de conocer a Dios, no necesitamos que nadie nos enseñe.
Dios mismo ha entrado en nosotros como el Espíritu para impartir Su vida y naturaleza en nosotros. La vida de Dios y Su naturaleza han llegado a ser la ley interior de vida, un elemento orgánico que nos regula espontáneamente. Un corazón nuevo, un espíritu nuevo, el Espíritu de Dios, la ley interior de vida, la capacidad de vida para conocer a Dios: éstas son las mejores cosas en las cuales la sangre por el perdón de los pecados nos ha introducido.
Las promesas en Ezequiel 36:26 y 27 y Jeremías 31, 33 y 34 todavía no han sido cumplidas en los hijos de Israel. Se cumplirán en ellos solamente después del regreso del Señor Jesús. Los hijos de Israel todavía están involucrados en el judaísmo, y no han recibido todavía un corazón nuevo, un espíritu nuevo, el Espíritu de Dios y la ley interior de vida. No poseen la capacidad de vida que da a conocer a Dios. Pero un día, en el tiempo profetizado en Zacarías 12, ellos se arrepentirán. Entonces la promesa se cumplirá, porque Dios los regenerará, pondrá un corazón nuevo y espíritu en ellos, colocará Su Espíritu dentro de ellos, y también les impartirá la ley de vida. ¡Aleluya, como creyentes neotestamentarios, ya hemos recibido todas estas cosas!
IV. LA SANGRE PARA LA EXPIACION
LLEVA A LOS REDIMIDOS AL LUGAR SANTISIMO
Incluso en el Antiguo Testamento, los sumos sacerdotes podían entrar en el Lugar Santísimo por medio de la sangre redentora derramada en el altar. Aarón fue el primero en entrar al Lugar Santísimo de esta manera y en contemplar la gloria shekinah de Dios y en estar bajo Su infusión.
Levítico 16:11-16 muestra que la sangre derramada en el altar le permitía al sumo sacerdote entrar en el Lugar Santísimo. El versículo 14 dice: “Tomará luego de la sangre del becerro, y la rociará con su dedo hacia el propiciatorio al lado oriental; hacia el propiciatorio esparcirá con su dedo siete veces de aquella sangre”. Primero se sacrificaba el animal en el altar. Luego la sangre era introducida en el Lugar Santísimo por el sumo sacerdote. El versículo 15 continúa: “Después degollará el macho cabrío en expiación por el pecado del pueblo, y llevará la sangre del becerro, y la esparcirá sobre el propiciatorio y delante del propiciatorio”. Esto permitió al Sumo sacerdote permanecer en presencia de Dios y recibir la infusión de su gloria shekinah. Esto es tener el disfrute de Dios sobre la base de la sangre derramada en el altar y llevada al Lugar Santísimo.
La sangre no solamente redimió al pueblo de Dios, sino que los introdujo en el disfrute de Dios. David habla de este disfrute en Salmos 27:4: “Una cosa he demandado a Jehová, ésta buscaré; que esté yo en la casa de Jehová todos los días de mi vida”. ¿Cómo podemos entrar en la casa de Dios y contemplar la belleza del semblante del Señor? Esto es posible apreciar por la sangre que redime y que limpia. Basándonos solamente en la sangre podremos contemplar la belleza del Señor en Su templo. En realidad la sangre redentora introduce al pueblo pecaminoso y corrupto al disfrute de Dios.
D. La ley interior de vida
Jeremías 31:33 dice: “Pero este es el pacto que haré con la casa de Israel después de aquellos días dice Jehová: Daré mi ley en su mente, y la escribiré en su corazón, y yo seré a ellos por Dios, y ellos me serán por pueblo”. Aquí Dios promete poner Su ley dentro de nuestro ser y escribirla sobre nuestros corazones. Esto se menciona en Hebreos 8:10. La ley inscrita en nuestro ser interior no es la ley exterior, sino la ley interior de vida.
Dios prometió dar al pueblo un corazón nuevo, un espíritu nuevo, su Espíritu, y la ley interior de vida. Esto denota la naturaleza de Dios, Su vida, y El mismo. Como creyentes, tenemos un corazón nuevo, un espíritu nuevo, y a Dios mismo como el Espíritu. Tenemos también la ley interior de vida.
E. La capacidad de vida para conocer a Dios
Por tener un corazón nuevo, un espíritu nuevo, el Espíritu de Dios, y la ley interior de vida, tenemos la capacidad de vida para conocer a Dios. Jeremías 31:34 dice: “Y no enseñará más ninguno a su prójimo, ni ninguno a su hermano, diciendo: conoce a Jehová; porque todos me conocerán, desde el más pequeño de ellos hasta el más grande, dice Jehová”. Este versículo está citado en Hebreos 8:11. Por tener la capacidad interior de vida a fin de conocer a Dios, no necesitamos que nadie nos enseñe.
Dios mismo ha entrado en nosotros como el Espíritu para impartir Su vida y naturaleza en nosotros. La vida de Dios y Su naturaleza han llegado a ser la ley interior de vida, un elemento orgánico que nos regula espontáneamente. Un corazón nuevo, un espíritu nuevo, el Espíritu de Dios, la ley interior de vida, la capacidad de vida para conocer a Dios: éstas son las mejores cosas en las cuales la sangre por el perdón de los pecados nos ha introducido.
Las promesas en Ezequiel 36:26 y 27 y Jeremías 31, 33 y 34 todavía no han sido cumplidas en los hijos de Israel. Se cumplirán en ellos solamente después del regreso del Señor Jesús. Los hijos de Israel todavía están involucrados en el judaísmo, y no han recibido todavía un corazón nuevo, un espíritu nuevo, el Espíritu de Dios y la ley interior de vida. No poseen la capacidad de vida que da a conocer a Dios. Pero un día, en el tiempo profetizado en Zacarías 12, ellos se arrepentirán. Entonces la promesa se cumplirá, porque Dios los regenerará, pondrá un corazón nuevo y espíritu en ellos, colocará Su Espíritu dentro de ellos, y también les impartirá la ley de vida. ¡Aleluya, como creyentes neotestamentarios, ya hemos recibido todas estas cosas!
IV. LA SANGRE PARA LA EXPIACION
LLEVA A LOS REDIMIDOS AL LUGAR SANTISIMO
Incluso en el Antiguo Testamento, los sumos sacerdotes podían entrar en el Lugar Santísimo por medio de la sangre redentora derramada en el altar. Aarón fue el primero en entrar al Lugar Santísimo de esta manera y en contemplar la gloria shekinah de Dios y en estar bajo Su infusión.
Levítico 16:11-16 muestra que la sangre derramada en el altar le permitía al sumo sacerdote entrar en el Lugar Santísimo. El versículo 14 dice: “Tomará luego de la sangre del becerro, y la rociará con su dedo hacia el propiciatorio al lado oriental; hacia el propiciatorio esparcirá con su dedo siete veces de aquella sangre”. Primero se sacrificaba el animal en el altar. Luego la sangre era introducida en el Lugar Santísimo por el sumo sacerdote. El versículo 15 continúa: “Después degollará el macho cabrío en expiación por el pecado del pueblo, y llevará la sangre del becerro, y la esparcirá sobre el propiciatorio y delante del propiciatorio”. Esto permitió al Sumo sacerdote permanecer en presencia de Dios y recibir la infusión de su gloria shekinah. Esto es tener el disfrute de Dios sobre la base de la sangre derramada en el altar y llevada al Lugar Santísimo.
La sangre no solamente redimió al pueblo de Dios, sino que los introdujo en el disfrute de Dios. David habla de este disfrute en Salmos 27:4: “Una cosa he demandado a Jehová, ésta buscaré; que esté yo en la casa de Jehová todos los días de mi vida”. ¿Cómo podemos entrar en la casa de Dios y contemplar la belleza del semblante del Señor? Esto es posible apreciar por la sangre que redime y que limpia. Basándonos solamente en la sangre podremos contemplar la belleza del Señor en Su templo. En realidad la sangre redentora introduce al pueblo pecaminoso y corrupto al disfrute de Dios.