EL REINO
CAPÍTULO CUARENTA Y SIETE
DIFERENTES ASPECTOS DEL REINO
Lectura bíblica: Mt. 3:2; 12:28; 11:11-12; 19:23-24; 21:43; 13:41, 43; 16:28; Mr. 9:1; Ef. 5:5; 2 S. 7:13; Lc. 1:32-33; Hch. 15:16; 1:6; Mt. 25:34; Lc. 19:12, 15a; Dn. 7:13-14; 2:44; Ap. 11:15; 1 Co. 15:24-26
En el Nuevo Testamento hay tres libros principales en torno al reino: Mateo, Hebreos y Apocalipsis. El libro de Hebreos comienza y termina con el reino. Hebreos 1:8 dice: “Mas del Hijo dice: ‘Tu trono, oh Dios; por el siglo del siglo; cetro de rectitud es el cetro de Tu reino’”. Después 12:28 dice: “Así que, recibiendo nosotros un reino inconmovible”. Apocalipsis también comienza hablándonos del reino: “Yo Juan, vuestro hermano, y copartícipe vuestro en la tribulación, en el reino y en la perseverancia en Jesús” (1:9), y continúa con la iglesia en la realidad del reino y termina con el reino en su manifestación.
El reino revelado en los últimos capítulos de Apocalipsis es la consumación del disfrute que tenemos de Cristo. Es en este libro donde se nos dice que tenemos que comer a Cristo como nuestro suministro de vida. Él es el árbol de la vida y el agua viva. En el capítulo 2 Él es el maná escondido y en el capítulo 3 Él es el banquete. Al final del libro de Apocalipsis se hace un llamado: “Y el Espíritu y la novia dicen: Ven. Y el que oye, diga: Ven. Y el que tiene sed, venga; y el que quiera, tome del agua de la vida gratuitamente” (22:17). ¿Cómo podemos hacer realidad el reino y experimentarlo? No es por medio del aprendizaje de doctrinas relativas al reino, sino por medio de comer y beber a Cristo. Con el tiempo, comer y beber de Cristo consumará en el reino. Esto es debido a que el reino es simplemente el agrandamiento de Cristo. Cristo no crecerá en nosotros como un hongo que crece de la noche a la mañana. El agrandamiento de Cristo es producido al comerlo diariamente. Comemos a Cristo día tras día y poco a poco. Cuanto más comemos y bebemos de Él, más se propaga en nuestro ser. Y cuanto más Él se propaga en nuestro ser, más el reino es manifestado. Muchos cristianos consideran que el reino es solamente una especie de dispensación o una esfera. Pero nosotros tenemos que ver el aspecto de la vida que tiene el reino. Recuerden la piedra descrita en Daniel 2 que no es cortada con mano de hombre pero al final llega a ser un gran monte. Cristo como la piedra llegará a ser un gran monte. Y Cristo como la semilla del reino se convertirá en la cosecha del reino. La manera en que podemos hacer que Cristo como el reino sea real a nosotros es al comer y beber de Cristo como el árbol de la vida y como el agua de vida. Estos dos elementos, el árbol de la vida y el agua de vida, serán nuestra porción por la eternidad.
¿Qué es la vida de iglesia? La vida de iglesia es simplemente una vida de comer y beber a Cristo durante todo el día. No es una vida de doctrinas, ordenanzas y formalismos. La vida de iglesia es una vida que consiste en comer a Cristo diariamente. ¿Ha comido a Cristo hoy? El libro de Apocalipsis nos muestra el reino en su máxima consumación del disfrute que tenemos de comer a Cristo.
En todos los capítulos anteriores consideramos principalmente el aspecto del reino que se relaciona con la vida, pero ahora debemos ver el aspecto doctrinal. A fin de ser equilibrados, no solamente necesitamos de la vida, sino también de la doctrina. Los versículos en la lectura bíblica nos presentan diez clases diferentes de reinos. Primero está el reino de los cielos. Mateo 3:2 dice: “Arrepentíos, porque el reino de los cielos se ha acercado”.
En Mateo 12:28 el Señor Jesús dijo: “Pero si Yo por el Espíritu de Dios echo fuera los demonios, entonces ha llegado a vosotros el reino de Dios”. Éste no es el reino de los cielos, sino el reino de Dios. Mateo 19:23-24 menciona ambas clases de reinos: “Entonces Jesús dijo a Sus discípulos: De cierto os digo, que difícilmente entrará un rico en el reino de los cielos. Otra vez os digo, más fácil le es a un camello pasar por el ojo de una aguja, que a un rico entrar en el reino de Dios”. Mateo 21:43 también menciona el reino de Dios: “Por tanto os digo, que el reino de Dios será quitado de vosotros, y será dado a una nación que produzca los frutos de él”. Al leer estos versículos, podemos ver que el reino de Dios ya estaba presente, pero que el reino de los cielos todavía no había venido.
Mateo 13:41 nos habla del reino del Hijo del Hombre: “Enviará el Hijo del Hombre a Sus ángeles, y recogerán de Su reino todo lo que sirve de tropiezo, y a los que hacen iniquidad”. El reino del Hijo del Hombre es la tercera clase de reino mencionado en las Escrituras.
En Mateo 13:43 menciona el reino del Padre: “Entonces los justos resplandecerán como el sol en el reino de su Padre. El que tiene oídos para oír, oiga”.
Efesios 5:5 menciona el reino de Cristo y de Dios: “Porque entendéis esto, sabiendo que ningún fornicario, o inmundo, o avaro, que es idólatra, tiene herencia en el reino de Cristo y de Dios”. El reino de Cristo y de Dios es la quinta clase de reino.
En 2 Samuel 7:13 encontramos una promesa o una profecía con respecto a Cristo: “Él edificará una casa para Mi nombre, y Yo afirmaré para siempre el trono de Su reino”. Cristo será el Hijo de David que edificará la casa de Dios, y Dios establecerá Su trono con Su reino para siempre. Éste es el reino del Hijo de David o el reino de David. El reino del Hijo de David también es mencionado en Lucas 1:32-33: “Éste será grande, y será llamado Hijo del Altísimo; y el Señor Dios le dará el trono de David Su padre; y reinará sobre la casa de Jacob para siempre, y Su reino no tendrá fin”. Antes que el Señor Jesús naciera, el ángel le dijo a Su madre que su Hijo sería el sucesor al trono de David. Éste es el reino de David o el reino del Hijo de David. Hechos 15:16 dice: “Después de esto volveré y reedificaré el tabernáculo de David, que está caído; y repararé sus ruinas, y lo volveré a levantar”. Este versículo da a entender que el tabernáculo de David estaba en ruinas, pero que el Señor vendría a restaurarlo y reedificarlo. Éste es el reino de David. El reino del Hijo de David o el tabernáculo de David es la sexta clase de reino mencionado en las Escrituras.
La séptima clase de reino es mencionada en Hechos 1:6: “Entonces los que se habían reunido le preguntaron, diciendo: Señor, ¿restaurarás el reino a Israel en este tiempo?”. Aquí tenemos el reino de Israel. Mateo 25:34 dice: “Entonces el Rey dirá a los de Su derecha: Venid, benditos de Mi Padre, heredad el reino preparado para vosotros desde la fundación del mundo”. Aquí el reino es un reino que ha sido preparado, no antes de la fundación del mundo, sino desde la fundación del mundo. Ésta es la octava clase de reino. La novena clase de reino es el reino milenario (Ap. 11:15; 20:4-6). Finalmente tenemos el reino del Mesías o el reino mesiánico (Dn. 7:14).
EL INICIO Y EL FINAL
DEL REINO DE LOS CIELOS
Y SU PROCESO
El reino de los cielos se divide en dos periodos: el periodo que corresponde a la apariencia y la realidad del reino, y el periodo que corresponde a su manifestación. Tanto la apariencia como la realidad del reino se inician, progresan y finalizan con la iglesia. La manifestación del reino de los cielos se inicia, progresa y finaliza con el milenio. En Mateo 3:2; 4:17 y 10:7 se nos muestran varias cosas. En primer lugar, se nos muestra que el reino de los cielos tuvo un inicio. Este reino vino en un tiempo definido y, antes de venir, se había acercado. En segundo lugar, se nos muestra que antes que Juan el Bautista viniera, el reino de los cielos todavía no había venido. En tercer lugar, cuando Juan el Bautista salió a predicar, el reino de los cielos todavía no había venido, pero se había acercado. En cuarto lugar, incluso cuando el Señor Jesús comenzó a predicar, el reino de los cielos todavía no había venido, sino que estaba cerca. En quinto lugar, aun cuando el Señor Jesús envió a los doce discípulos y a los setenta discípulos a predicar, el reino de los cielos todavía no había llegado, pero estaba cerca. Mateo 11:11 nos dice: “De cierto os digo: Entre los que nacen de mujer no se ha levantado nadie mayor que Juan el Bautista; pero el más pequeño en el reino de los cielos, mayor es que él”. Este versículo demuestra que en tiempos del Antiguo Testamento el reino de los cielos todavía no había venido. El reino de los cielos no había venido incluso en tiempos de Juan el Bautista, ya que tanto los profetas del Antiguo Testamento como Juan el Bautista no eran personas que estaban en el reino de los cielos. Según Mateo 11:12, desde el tiempo en que Juan el Bautista salió a predicar hasta el tiempo en que fue puesto en prisión, el reino de los cielos todavía no había venido de manera oficial. El periodo que abarca desde Juan el Bautista hasta la venida oficial del reino de los cielos fue un periodo de transición. Durante ese periodo de transición, aunque el reino de los cielos no había llegado oficialmente, los hombres podían entrar en él si así lo deseaban. A manera de ejemplo podemos usar una tienda nueva que hace ventas antes de su inauguración oficial. Después que ha hecho negocios por cierto tiempo, se celebra su gran inauguración. La gran inauguración del reino de los cielos ocurrió el Día de Pentecostés, pero personas como Pedro y Juan habían entrado en el reino de los cielos antes de ese día.
En casi todos los casos, Mateo usó el término el reino de los cielos; sin embargo, en Mateo 12 se deja constancia que el Señor dijo: “el reino de Dios”. El Señor Jesús era muy cuidadoso en Su hablar. En ese capítulo Él dijo reino de Dios en lugar de reino de los cielos porque en ese tiempo el reino de los cielos todavía no había llegado oficialmente. Cuando el Señor Jesús echó fuera demonios y manifestó la autoridad de Dios delante de los judíos, aquello simplemente era el reino de Dios que venía a ellos, no el reino de los cielos. Esto indica que antes que el reino de los cielos viniera, el reino de Dios ya existía.
Ahora bien, leamos Mateo 21:43: “Por tanto os digo, que el reino de Dios será quitado de vosotros, y será dado a una nación que produzca los frutos de él”. Este versículo demuestra que el reino de Dios, no el reino de los cielos, estaba en medio del pueblo judío en aquel tiempo. La parábola que se encuentra en Mateo 22:2-4 nos muestra que el reino de los cielos comenzó en el tiempo de la predicación del evangelio después que el Señor Jesús murió, resucitó y efectuó la redención.
En la parábola del sembrador relatada en Mateo 13, el Señor Jesús no dijo: “El reino de los cielos es semejante a”. Fue cuando llegó a la parábola de la cizaña que el Señor dijo: “El reino de los cielos es semejante a” (v. 33). Esto se debió a que la apariencia y la realidad del reino de los cielos tuvieron su inicio a partir del evento del cual se habla en la parábola de la cizaña, esto es, a partir de lo que sucedió el Día de Pentecostés.
En Mateo 16:18-19, después que el Señor Jesús dijo que Él edificaría Su iglesia, también dijo que le daría a Pedro las llaves del reino de los cielos. Esto demuestra que cuando el Señor edificara Su iglesia, ése sería el tiempo para que Pedro usara las llaves del reino de los cielos. Fue en Pentecostés que Pedro usó las llaves del reino de los cielos para abrir la puerta a fin de que los hombres creyeran y entraran al reino de los cielos. También fue en ese tiempo que el Señor edificó Su iglesia. Por tanto, el inicio de la iglesia en Pentecostés también fue el inicio del reino de los cielos.
Una vez que la iglesia comenzó, había creyentes vencedores en la iglesia que vivían en la realidad del reino de los cielos, según consta en Mateo 5—7. Por consiguiente, la realidad del reino de los cielos se inició en ese tiempo. Por otro lado, una vez que la iglesia vino a existir, Satanás mezcló a los falsos cristianos, la cizaña, con los verdaderos cristianos. Por tanto, la apariencia del reino de los cielos también comenzó en aquel tiempo. Así pues, tanto la realidad como la apariencia del reino de los cielos comenzaron casi al mismo tiempo, esto es, junto con la iglesia y después de Pentecostés.
Mateo 18:17-18 muestra que la autoridad del reino de los cielos que Pedro poseía al inicio de la iglesia fue también poseída posteriormente por la iglesia. Bajo condiciones normales, la iglesia tiene la autoridad del reino de los cielos para atar lo que los cielos ataron y para desatar lo que los cielos desataron. Esto demuestra que el reino de los cielos y la iglesia progresan juntamente. Allí donde está la iglesia, también están los creyentes vencedores que viven en la realidad del reino de los cielos. Al mismo tiempo hay falsos creyentes que se mezclan con los verdaderos para producir la apariencia del reino de los cielos. Por tanto, la realidad y la apariencia del reino de los cielos comenzaron juntas con la iglesia y progresaron juntamente con ella. La realidad y la apariencia del reino de los cielos avanzan juntamente con la iglesia y son dependientes de ella. Por un lado, la realidad del reino de los cielos está escondida en la iglesia; por otro, la apariencia del reino de los cielos está presente en la periferia de la vida de iglesia. Cuando el Señor Jesús regrese y ponga fin a la era de la iglesia, la realidad y la apariencia del reino de los cielos también llegarán a su fin. En ese tiempo, el Señor Jesús quemará en el fuego la apariencia del reino de los cielos, esto es, la llamada cristiandad. Al mismo tiempo, la realidad del reino de los cielos llegará a ser la manifestación del reino de los cielos.
Daniel 7:13-14 nos muestra que al final de esta era el Señor Jesús recibirá el reino de parte de Dios y vendrá a la tierra para establecer Su reino. Daniel 2:44 nos dice que al final de esta era el Señor aplastará las naciones de la tierra desmenuzándolas para establecer Su reino. Apocalipsis 11:15 revela que al final de esta era, después que el Señor haya desmenuzado a las naciones, el reino de este mundo se convertirá en el reino de nuestro Señor.
La manifestación del reino de los cielos comenzará en ese tiempo. A partir de entonces, el Señor y los creyentes vencedores reinarán juntos en la manifestación del reino de los cielos y gobernarán la tierra por mil años (Ap. 20:4, 6).
En 1 Corintios 15:24-26 se nos dice que cuando llegue el fin, al final del milenio, el Señor habrá destruido todos los poderes satánicos. El último enemigo que destruirá será la muerte. Entonces Él le entregará a Dios el reino que había recibido de Dios. Cuando el milenio llegue a su fin, la manifestación del reino también llegará a su fin. A partir de entonces habrá un cielo nuevo y una tierra nueva, el reino eterno de Dios.
Así como la realidad y la apariencia del reino de los cielos tuvieron un inicio, están en progreso y llegarán a su fin junto con la iglesia, también la manifestación del reino de los cielos tendrá un inicio, un progreso y llegará a su fin junto con el milenio. Para hacer un breve resumen, el reino de los cielos tuvo su inicio junto con la iglesia y llega a su fin junto con el milenio. Antes de la iglesia, no existía el reino de los cielos; y después del milenio, tampoco existirá más el reino de los cielos. El reino de los cielos se halla contenido en dos dispensaciones: la de la iglesia y la del milenio, abarcando ambas dispensaciones. El inicio de estas dispensaciones es el inicio del reino de los cielos; el proceso de ambas dispensaciones es el proceso del reino de los cielos; y el final de estas dispensaciones es el final del reino de los cielos.
LA DIFERENCIA ENTRE
EL REINO DE LOS CIELOS Y EL REINO DE DIOS
Ahora debemos considerar las diferencias que hay entre estas dos clases de reinos. Primero consideraremos la diferencia entre el reino de los cielos y el reino de Dios. Hay una diferencia entre estos dos reinos, pero no podemos separarlos. Por ejemplo, podemos diferenciar nuestra mano de nuestro cuerpo, pero no podemos separarlos. El cuerpo es la totalidad, mientras que la mano es una parte del cuerpo. Así pues, podemos diferenciarlos, pero no separarlos. De la misma manera, el reino de Dios es la totalidad, mientras que el reino de los cielos es parte de esta totalidad. Ellos pueden diferenciarse, pero no pueden separarse.
El reino de Dios es el reinar de Dios. Puesto que es el reinar de Dios, continúa a la existencia misma de Dios. La existencia de Dios es desde la eternidad y hasta la eternidad, sin principio ni fin; por tanto, el reinar de Dios, el reino de Dios, también abarca desde la eternidad hasta la eternidad, sin principio ni fin. La Biblia nos muestra que el reino de Dios es muy amplio; abarca desde la eternidad misma, que no tiene comienzo, desde antes de la fundación del mundo; incluye a Adán en el huerto y a los patriarcas elegidos; a la nación de Israel en el Antiguo Testamento y a la iglesia en la actualidad; al milenio y al reino de los cielos en su etapa futura; e incluye los cielos nuevos y la tierra nueva, los cuales son eternos y sin final. Todos estos seis elementos están incluidos en el reino de Dios y son partes del reino de Dios. (Véase el diagrama en las págs. 360-361).
Daniel 7:13-14 nos muestra que el reino que el Señor Jesús trae consigo en Su segunda venida es el reino eterno que Dios establecerá sobre la tierra (Dn. 2:44), el cual es recibido de parte del Anciano de días (Lc. 19:12, 15) y le pertenece al Anciano de días, esto es, a Dios mismo. Esto demuestra que el reino que el Señor Jesús establecerá en la tierra es el reino de Dios y también muestra que este reino existe desde tiempos antiguos, desde la eternidad.
Mateo 3:2; 4:17 y 10:7 nos da a entender que cuando Juan el Bautista, el Señor Jesús y los discípulos salieron a predicar, el reino de los cielos todavía no había venido, sino que se había acercado. Mateo 21:43 muestra que desde antes que el reino de los cielos viniera, el reino de Dios ya estaba en medio de los israelitas. Sin embargo, debido a que ellos no produjeron el fruto correcto, el reino de Dios les fue quitado y dado al pueblo que daría los frutos, esto es, a la iglesia. Por tanto, el reino de Dios hoy es la iglesia. Esto demuestra que tanto la nación de Israel en el Antiguo Testamento como la iglesia en el Nuevo Testamento son el reino de Dios y forman parte del reino de Dios.
Leamos ahora Lucas 13:28-29: “Allí será el llanto y el crujir de dientes, cuando veáis a Abraham, a Isaac, a Jacob y a todos los profetas en el reino de Dios, y a vosotros os echen fuera. Vendrán del oriente y del occidente, del norte y del sur, y se reclinarán a la mesa en el reino de Dios”. Estos versículos demuestran que el milenio en el futuro también forma parte del reino de Dios. Lo que aquí se menciona con respecto a aquellos que se reclinarán a la mesa en el reino de Dios guarda relación con el milenio. Aunque corresponde al milenio, la Palabra nos dice que se trata del reino de Dios. Esto se debe a que el milenio forma parte del reino de Dios.
En Efesios 5:5 y Apocalipsis 11:15 se revela que el reino de los cielos en el futuro también forma parte del reino de Dios. Estos versículos también mencionan el reino de Cristo y de Dios así como el reino de nuestro Señor y de Su Cristo. En el idioma original, en ambos casos se usa un sustantivo singular para referirse al reino, lo cual demuestra que el reino de Cristo y de Dios así como el reino de nuestro Señor y de Su Cristo no son dos reinos, sino uno. Este reino es el reino de los cielos en el futuro y también el reino eterno de Cristo mencionado en 2 Pedro 1:11. Este reino de los cielos en el futuro es el reinar de Cristo como Rey; por tanto, es el reino de Cristo. Al mismo tiempo, es el reinar de Dios; por consiguiente, también es el reino de Dios.
En 1 Corintios 15:24 se nos dice que al final, esto es, al final del milenio, Cristo habrá destruido todo el poder de Satanás, con lo cual traerá el reino de Dios. Esto comprueba que después del milenio, durante el tiempo de los cielos nuevos y la tierra nueva, el reino de Dios seguirá existiendo. Así pues, los cielos nuevos y la tierra nueva en el futuro también formarán parte del reino de Dios.
Por tanto, de acuerdo con las Escrituras, el reino de Dios se extiende desde la eternidad y hasta la eternidad, sin principio ni fin. La esfera que este reino abarca es muy amplia. El reino de los cielos tiene un inicio y un fin y, aunque forma parte del reino de Dios, abarca una esfera menos amplia. Antes que comenzara el reino de los cielos, ya estaba presente el reino de Dios. Después que el reino de los cielos termine, el reino de Dios continuará existiendo por la eternidad. Durante el tiempo que dura el reino de los cielos, el reino de los cielos es el reino de Dios. Por consiguiente, a veces el reino de los cielos es también llamado el reino de Dios.
Mateo 19:23-24 muestra que el reino de los cielos es el reino de Dios. Si comparamos Mateo 13:31-33; 11:11 y 8:11 con Lucas 13:18-21; 7:28 y 13:28-29, comprobaremos que el reino de los cielos es el reino de Dios. Puesto que el reino de los cielos forma parte del reino de Dios, también puede ser llamado el reino de Dios. Puesto que California forma parte de los Estados Unidos, también puede ser llamada los Estados Unidos. Por ejemplo, un visitante extranjero que viene a California también viene a los Estados Unidos. Aunque California puede ser llamado los Estados Unidos, los Estados Unidos no podrían ser llamados California. Asimismo, podríamos llamar el reino de los cielos el reino de Dios, pero no podemos llamar al reino de Dios, el reino de los cielos. Esto se debe a que el reino de Dios abarca el reino de los cielos, pero el reino de los cielos no abarca el reino de Dios.
El reino de Dios es la totalidad de Su reinar desde la eternidad a la eternidad. El reino de los cielos es el reinar de los cielos desde el nacimiento de la iglesia hasta el final del milenio. Todo aquel que está en el reino de los cielos está en el reino de Dios; pero no todos los que están en el reino de Dios están necesariamente en el reino de los cielos. Todos los salvos están en el reino de Dios y todos ellos entran en el reino de Dios, pero podrían no entrar en el reino de los cielos. Únicamente los creyentes vencedores participarán de la realidad del reino de los cielos y podrán entrar en la manifestación del reino de los cielos. Ésta es la diferencia entre el reino de los cielos y el reino de Dios.
LA DIFERENCIA ENTRE
EL REINO DE LOS CIELOS Y EL MILENIO
El milenio se refiere al tiempo después que el Señor regrese a reinar sobre el mundo como rey, el cual es un tiempo que precede a los cielos nuevos y la tierra nueva (Ap. 20:4-6). Está dividido en dos partes: la parte celestial y la parte terrenal. La parte terrenal es el reino del Mesías, la cual los judíos esperan, o sea, el reino del Hijo del Hombre mencionado en Mateo 13:41. Este reino está conformado por dos grupos de personas. Un grupo está formado por las naciones (las ovejas mencionadas en Mateo 25) que constituirán el pueblo de dicho reino; el otro grupo está formado por el pueblo judío como los sacerdotes, quienes conducirán a las naciones a servir a Dios y tendrán la Jerusalén terrenal como su centro (Zac. 8:20-23; 14:16-17; Is. 2:2-3; Jer. 3:17).
La parte celestial es la manifestación del reino de los cielos, o el reino de los cielos en su manifestación; también se le llama el reino del Padre en Mateo 13:43. Todos los creyentes que en la actualidad son disciplinados en la realidad del reino de los cielos, entrarán en la parte celestial del milenio en el futuro para disfrutar de la gloria y la alegría del reino así como para reinar con el Señor como reyes que regirán sobre las naciones por mil años.
Por tanto, el milenio es el periodo en que Cristo reina sobre el mundo como Rey, mientras que el reino de los cielos (refiriéndonos a la manifestación del reino de los cielos) es la parte celestial del milenio en la cual Cristo y los santos vencedores reinarán como reyes sobre el mundo (Ap. 2:26-27; 20:4-6; 2 Ti. 2:12; Lc. 19:17, 19).
LA DIFERENCIA ENTRE
EL REINO DE LOS CIELOS Y EL REINO DEL MESÍAS
En el Antiguo Testamento el Señor prometió al pueblo judío que “el Ungido”, esto es, el Mesías (en hebreo “Mesías” significa el Ungido), vendría a heredar el trono de David y restaurar la nación judía, es decir, la nación de Israel. Podemos ver esto en Gn. 49:10; 2 S. 7:13, 16; Sal. 2:8-9; 72:1-20; 89:4; 110:2-3; Is. 9:6-7; 11:1-5, 10; Jer. 23:5-6; 30:9; 33:14-17; Ez. 21:27; 34:23-24; 37:24, 28; Dn. 2:35; 7:14; Os. 3:5; Am. 9:11-12; Zac. 3:8; 6:12-13; 9:9-10.
Cuando el Señor Jesús vino la primera vez, el pueblo judío esperaba al Mesías que restauraría Su reino (Lc. 2:25; 3:15; 7:19; Jn. 1:41; 7:27, 41). Sin embargo, Él no restaurará el reino mesiánico (Mt. 23:39) hasta Su segunda venida. El reino que el Señor, el Mesías, restaurará —el reino del Mesías o el reino de Israel que será restaurado en el futuro (Hch. 1:6)— es la parte terrenal del milenio, “el tabernáculo de David” que el Señor reedificará (15:16), y el reino que Dios ha preparado desde la fundación del mundo para las “ovejas” que serán los pueblos de la tierra durante el milenio (Mt. 25:32-34). El Señor se sentará en el trono de David y “reinará sobre la casa de Jacob” (el pueblo judío, Lc. 1:32-33), gobernando a las naciones de la tierra durante el milenio (Sal. 2:8; 72:8; Dn. 7:14; 2:35).
Por tanto, el reino de los cielos es definitivamente diferente del reino del Mesías. El reino del Mesías es la parte terrenal del milenio. El reino de los cielos, esto es, la manifestación del reino de los cielos, es la parte celestial del milenio. El reino del Mesías es terrenal, mientras que el reino de los cielos es celestial. Antes de la venida del reino del Mesías, el reino de los cielos, esto es, la realidad del reino de los cielos, ya estará presente entre los creyentes vencedores. El reino del Mesías es para el pueblo judío que será restaurado en el futuro y para los gentiles como “las ovejas”, mientras que el reino de los cielos es para los vencedores en la iglesia. Que sea establecido el reino futuro del Mesías es la expectativa que tienen los judíos; pero el reino de los cielos en el futuro, esto es, la manifestación del reino de los cielos debe ser la expectativa de los creyentes (los vencedores). El reino del Mesías estará conformado por el pueblo judío como los sacerdotes y por los gentiles como el pueblo. En el futuro reino de los cielos solamente estarán los reyes, no así el pueblo. El pueblo que será regido por los reyes del futuro reino de los cielos estará conformado por aquellos que estarán en el reino del Mesías. Por tanto, el reino del Mesías estará subordinado al futuro reino de los cielos; el futuro reino de los cielos será la autoridad gobernante del reino del Mesías. Los vencedores en las iglesias reinarán con Cristo por mil años en el reino de los cielos, gobernando sobre los judíos y gentiles en el reino del Mesías (Ap. 20:4, 6; Mt. 19:28; Ap. 2:26).
LA DIFERENCIA ENTRE
LOS CIELOS Y EL REINO DE LOS CIELOS
Los cielos de los cuales se nos habla aquí se refieren al tercer cielo, donde Dios y el Señor Jesús moran. El tercer cielo es la morada de Dios y del Señor Jesús en la actualidad. El reino de los cielos es el reino, el regir de los cielos hoy, donde los creyentes buscadores se sujetan a la autoridad celestial y reciben la disciplina celestial, el gobierno celestial y el adiestramiento celestial. En el futuro, el reino de los cielos será la manifestación del gobierno de los cielos durante el reino milenario. En ese tiempo, el Señor Jesús y los santos vencedores gobernarán el mundo. El tercer cielo está en el cielo, mientras que el reino de los cielos está en la tierra.
LA DIFERENCIA ENTRE
EL REINO DE LOS CIELOS Y LA IGLESIA
La iglesia no es un edificio material, ni tampoco es un lugar, ni una denominación, ni un grupo evangélico. La iglesia en el idioma original es la palabra ekklesía, que significa “la asamblea de los llamados a salir”. La iglesia es el grupo de personas a las cuales Dios llamó a salir fuera del mundo. La totalidad de este pueblo es, por un lado, “el Cuerpo de Cristo” (Ef. 1:23) y, por otro, “la casa de Dios” (1 Ti. 3:15). El Cuerpo de Cristo denota tanto la relación que la iglesia tiene con Cristo como también la función que ella desempeña para Él. La casa de Dios alude a la relación que la iglesia tiene con Dios y a la función que cumple para Él. Con relación a Cristo, la iglesia procede de Cristo y posee la vida de Cristo. Por consiguiente, la iglesia es el Cuerpo, la plenitud de Cristo: Su continuación, Su extensión y Su propagación. Ella es apta para expresar a Cristo y testificar de Él en todo momento y en cualquier lugar. Con relación a Dios, la iglesia nació de Dios y posee Su vida. Por tanto, la iglesia es la familia y la casa de Dios, Su morada, y como tal, le provee a Dios un lugar en la tierra donde Él pueda descansar, expresar Su deseo, cumplir Su propósito y manifestar Su gloria.
Tenemos que estar claros con respecto a una cosa: la iglesia es diferente del cristianismo. A los ojos del mundo, el cristianismo es la iglesia. Pero a los ojos de Dios y a los ojos de aquellos que conocen a Dios, hay una gran diferencia entre el cristianismo y la iglesia. El cristianismo es aquello que los hombres han organizado en el mundo; la iglesia es aquello que Dios ha sacado del mundo. El cristianismo es una organización religiosa, esto es, la apariencia externa del reino de los cielos; mientras que la iglesia es un organismo viviente, esto es, el Cuerpo de Cristo y la morada espiritual de Dios.
Formar parte del cristianismo requiere únicamente pasar por el ritual de ser bautizados y unirse al cristianismo. Por medio de esto, uno puede convertirse en un cristiano nominal. Para tener parte en la iglesia se requiere tener la regeneración por medio del arrepentimiento delante de Dios y mediante la fe en Cristo, lo cual hace que lleguemos a ser miembros de Cristo e hijos de Dios. A los ojos del mundo, aquellos que están en el cristianismo son la iglesia; pero a los ojos de Dios, es posible que no todos los que están en el cristianismo conformen la iglesia. Esto se debe a que en el cristianismo hay muchos que no fueron regenerados mediante el arrepentimiento para con Dios y la fe en Cristo. Por tanto, ellos no son miembros de Cristo ni tampoco son hijos de Dios.
La iglesia es tanto el Cuerpo de Cristo como la casa de Dios, mientras que el reino de los cielos es el reino celestial. La iglesia denota la posición de un creyente así como la bendición que le corresponde a un creyente, junto con la vida que lleva y la función que desempeña; el reino de los cielos denota el vivir y la responsabilidad que tiene un creyente en la actualidad, junto con su autoridad y gloria en el futuro. La iglesia es la gracia que fue recibida por los creyentes, mientras que el reino de los cielos es el entrenamiento que un creyente recibe hoy así como la recompensa que recibirá en el futuro. Un creyente en la iglesia es un miembro de Cristo que disfruta de Cristo como vida y es también un hijo de Dios que disfruta de Su bendición en la casa de Dios. Un creyente en el reino de los cielos es un súbdito celestial que se sujeta a la autoridad celestial y recibe el control y disciplina celestiales en el tiempo presente, y que en el futuro será un rey celestial que ejercerá la autoridad celestial para gobernar el mundo y disfrutar de la gloria y gozo celestiales juntamente con Cristo. Siempre y cuando uno tenga la vida de Dios, está en la iglesia; pero para estar en el reino de los cielos, uno debe llevar un vivir celestial. Toda persona salva está en la iglesia, pero no toda persona salva está en el reino de los cielos. Esto se debe a que no todos los que son salvos viven en la realidad del reino de los cielos hoy en día recibiendo la disciplina del reino; ni tampoco estarán en la manifestación del reino de los cielos en el futuro para recibir la recompensa. Únicamente los creyentes que en la actualidad se sujetan a la autoridad celestial y reciben la disciplina del reino de los cielos son el reino de los cielos al presente y podrán entrar en la manifestación del reino de los cielos para reinar como reyes. Los que participen del reino de los cielos, esto es, en la realidad y la manifestación del reino de los cielos, ciertamente participan de la iglesia; pero quienes participan de la iglesia no necesariamente participan del reino de los cielos. Una persona salva meramente participa de la iglesia; pero una persona que además de ser salva es un creyente vencedor participa tanto de la iglesia como del reino de los cielos. Para participar de la iglesia únicamente se requiere de la salvación por la fe; pero para participar del reino de los cielos se requiere que se busque más a fin de vencer, sujetarse a la autoridad celestial, y recibir el control y la disciplina celestiales después de haber experimentado la salvación.
UNA COMPARACIÓN
DEL REINO DE LOS CIELOS,
EL REINO DE DIOS Y LA IGLESIA
La apariencia del reino de los cielos abarca una esfera muy amplia e incluye a todos los que se llaman cristianos, independientemente de si son cristianos verdaderos o falsos. No todos los que están en la apariencia del reino de los cielos están en la iglesia, pues no todos ellos son salvos. Únicamente los que son salvos entre ellos están en la iglesia. Así pues, la esfera que abarca la iglesia es más reducida que la esfera que abarca la apariencia del reino de los cielos. La iglesia incluye solamente a los que son verdaderos creyentes, los que poseen la vida de Cristo.
Todos los que están en la iglesia también están en el reino de Dios, pues durante la dispensación de la iglesia, la iglesia es el reino de Dios. La esfera que abarca la iglesia y la esfera que abarca el reino de Dios durante la dispensación de la iglesia es la misma. Sin embargo, no todos los que están en la iglesia están en la realidad del reino de los cielos, pues no todos ellos son vencedores. Únicamente los vencedores en la iglesia están en la realidad del reino de los cielos. Por tanto, la esfera de la realidad del reino de los cielos es más reducida que la esfera que abarca la iglesia y el reino de Dios, pues la primera incluye únicamente a los creyentes que llevan un vivir celestial y son vencedores.
Aquellos que hoy sean disciplinados en la realidad del reino de los cielos serán los que reinarán en la manifestación del reino de los cielos en el futuro. Por tanto, el campo de la realidad del reino de los cielos es igual al campo de la manifestación del reino de los cielos.
La apariencia del reino de los cielos, la cristiandad, se relaciona con los cristianos nominales. La iglesia y el reino de Dios se relacionan con las personas salvas. La realidad del reino de los cielos y la manifestación del reino de los cielos se relacionan con los creyentes vencedores. Un cristiano nominal está apenas en la apariencia del reino de los cielos, esto es, en la cristiandad. Una persona que es salva está en la iglesia y en el reino de Dios. Únicamente quienes son salvos y buscan ser vencedores, sujetándose a la autoridad celestial y recibiendo la disciplina celestial, están en la realidad del reino de los cielos hoy y podrán entrar en la manifestación del reino de los cielos en el futuro.
Según la intención original de Dios y la salvación que Él efectúa, no debieran existir estas diferencias ni comparaciones. El propósito original de Dios era hacer del reino de los cielos, del reino de Dios y de la iglesia una misma cosa en cuanto al campo que abarcarían durante la dispensación de la iglesia. La iglesia es el reino de Dios, y el reino de Dios es el reino de los cielos (Mt. 16:18-19). Así que, los que están en la iglesia son los que también están en el reino de Dios; y los que están en el reino de Dios son también los que están en el reino de los cielos. Estas tres entidades abarcan un mismo campo y únicamente difieren en cuanto a sus definiciones. La iglesia denota la posición de los creyentes, esto es, el hecho de que ellos fueron llamados a salir del mundo y permanecen fuera del mundo. La iglesia es la ekklesía, o sea, los llamados a salir que se congregan. El reino de Dios denota la vida de los creyentes, la cual es la vida de Dios capaz de vivir dentro del ámbito propio de Dios. Todos aquellos que están en el reino de Dios son nacidos de Dios (Jn. 3:3, 5). El reino de los cielos denota la vida que llevan los creyentes que están sujetos al gobierno celestial y reciben la disciplina celestial. El reino de los cielos es el gobierno de los cielos. Según el propósito de Dios, las definiciones de estos tres pueden diferir entre sí, pero el campo que abarcan debería ser absolutamente el mismo. Todos los que están en la iglesia deberían estar en el reino de Dios, y todos los que están en el reino de Dios deberían estar en el reino de los cielos. Éste es el propósito de Dios, y la salvación de Dios nos ha salvado a tal grado.
¿Por qué entonces el campo que abarcan estas tres entidades se ha hecho diferente en cada caso? ¿Por qué el campo abarcado por la apariencia del reino de los cielos es más amplio que el abarcado por la iglesia y el reino de Dios? Y ¿por qué el campo que abarca la realidad del reino de los cielos es más reducido que el que abarca la iglesia y el reino de Dios? Estas diferencias se deben a la confusión sembrada por Satanás como también a la degradación de los creyentes. Si Satanás no hubiera introducido a falsos creyentes y si los verdaderos creyentes no se hubieran degradado, entonces el campo que abarca el reino de los cielos, el reino de Dios y la iglesia sería uno y el mismo.
La apariencia del reino de los cielos abarca un campo más amplio que el de la iglesia y el reino de Dios debido a que Satanás introdujo mucha cizaña, muchos falsos creyentes, en la cristiandad. Estos falsos creyentes son, aparentemente, diferentes a la gente mundana, pero en realidad no lo son. Ellos siguen siendo gente mundana que no ha cambiado y que meramente adoptó el nombre de cristianos. Aparentemente ellos están en la iglesia, pero en realidad están fuera de la iglesia. La iglesia difiere de ellos del mismo modo que difiere de la gente mundana. Debido a que estos falsos creyentes se han unido a la cristiandad, ésta ha crecido enormemente y ha llegado a tener un campo mucho más amplio que el de la iglesia y el reino de Dios.
El campo que abarca la realidad del reino de los cielos es más reducido que el de la iglesia y el reino de Dios, debido a que un gran número de creyentes en la iglesia, o sea, en el reino de Dios, se han degradado y no llegan al estándar propio del reino de los cielos. Aunque todos los creyentes salvos están en la iglesia y en el reino de Dios, muchos han caído de la realidad del reino de los cielos. Aunque ambos, tanto los creyentes derrotados como los creyentes partícipes de la realidad del reino de los cielos, están tanto en la iglesia como en el reino de Dios y son inseparables, sin embargo, los creyentes derrotados han perdido la posición celestial que le corresponde a la iglesia y han descuidado la vida divina del reino de Dios. La salvación efectuada por Dios los ha liberado e introducido en la realidad del reino de los cielos, colocándolos en una posición muy exaltada; no obstante, debido a que se insubordinaron contra el gobierno del reino de los cielos y desobedecieron al reino y disciplina celestiales, ellos han caído de la salvación de Dios. La posición celestial de la iglesia es tan exaltada como la realidad del reino de los cielos. La realidad del reino de los cielos es la posición celestial de la iglesia. Que aquellos creyentes caigan de la realidad del reino de los cielos no podrá revertir el hecho de que están en la iglesia, pero sí podría hacer que ellos pierdan la posición celestial de la iglesia. Aunque continúan siendo hijos de Dios, son niños que están lejos del estándar fijado por Dios, el cual es, la realidad del reino de los cielos. Pese a ser el pueblo celestial, ellos no viven como el pueblo celestial, pues han caído apartándose del gobierno celestial. ¡Oh, cuántos cristianos caídos hay en la actualidad! Por todas partes hay muchos creyentes que cayeron de la salvación de Dios, del nivel propio de la salvación de Dios, de la posición celestial que le corresponde a la iglesia y de la realidad del reino de los cielos. ¿Cuántos de aquellos que fueron salvos no han perdido la posición propia de la salvación de Dios, la posición celestial de la iglesia y la naturaleza de la realidad del reino de los cielos? Un gran número de cristianos ha caído, alejándose de estas cosas. Por lo tanto, el campo que abarca la realidad del reino de los cielos se ha hecho más reducido que el que abarca la iglesia y el reino de Dios.
Quiera el Señor concedernos Su gracia de tal modo que podamos permanecer firmes o regresar al nivel que corresponde a Su salvación a fin de ser los cristianos que Dios quería en Su intención original. No perdamos la posición celestial de la iglesia ni descuidemos la vida divina del reino de Dios, sino seamos disciplinados en la realidad del reino de los cielos hoy a fin de que podamos reinar junto a Él en la manifestación del reino de los cielos en el futuro.